Consumir es fácil, crear es difícil.
Crear algo valga la pena mostrarle al mundo, a alguien especial o guardar para nosotros mismos no es una tarea sencilla.
Nos detiene el miedo a la página en blanco, lo que pensarán los demás, o gastar nuestro tiempo y energías en algo que no valga la pena.
Es mucho más fácil ir a una tienda y comprarnos algo bonito. Para consumir no se necesita habilidad, sólo los recursos para hacerlo. Estos los podemos heredar, trabajar para obtenerlos, o topar las tarjetas de crédito y luego ver cómo nos las apañamos.
Pero lo que compramos no tiene nada realmente nuestro dentro de él. Nos gustó, y refleja un poco de nuestras preferencias,pero hasta allí llega su mérito.
Crear, por otra parte, refleja quiénes somos, qué representamos y qué nos importa. No importa si es una carta, un dibujo en un cuaderno, un ensayo, una canción, una fotografía, o cualquier cosa que requiera nuestra energía creativa. No existía antes, y no existiría si nosotros no nos hubiéramos puesto manos a la obra.
Aunque nuestro trabajo no sea creativo por naturaleza, deberíamos tener el hábito de crear, y preferirlo a consumir. Por supuesto, consumir es necesario. No voy a confeccionarme toda mi ropa, intentar crear mi computadora o mi carro, sería una tontería.
Pero sí deberíamos hacer un tiempo para crear algo, por más pequeño que sea, de forma deliberada, con cierta regularidad.
Mediante el acto creativo nos conocemos mejor, nos damos cuenta de que somos mejores de lo que pensábamos, y tenemos una satisfacción que el simple consumidor no puede llegar a conocer.
Nos detiene el miedo a la página en blanco, lo que pensarán los demás, o gastar nuestro tiempo y energías en algo que no valga la pena.
Es mucho más fácil ir a una tienda y comprarnos algo bonito. Para consumir no se necesita habilidad, sólo los recursos para hacerlo. Estos los podemos heredar, trabajar para obtenerlos, o topar las tarjetas de crédito y luego ver cómo nos las apañamos.
Pero lo que compramos no tiene nada realmente nuestro dentro de él. Nos gustó, y refleja un poco de nuestras preferencias,pero hasta allí llega su mérito.
Crear, por otra parte, refleja quiénes somos, qué representamos y qué nos importa. No importa si es una carta, un dibujo en un cuaderno, un ensayo, una canción, una fotografía, o cualquier cosa que requiera nuestra energía creativa. No existía antes, y no existiría si nosotros no nos hubiéramos puesto manos a la obra.
Aunque nuestro trabajo no sea creativo por naturaleza, deberíamos tener el hábito de crear, y preferirlo a consumir. Por supuesto, consumir es necesario. No voy a confeccionarme toda mi ropa, intentar crear mi computadora o mi carro, sería una tontería.
Pero sí deberíamos hacer un tiempo para crear algo, por más pequeño que sea, de forma deliberada, con cierta regularidad.
Mediante el acto creativo nos conocemos mejor, nos damos cuenta de que somos mejores de lo que pensábamos, y tenemos una satisfacción que el simple consumidor no puede llegar a conocer.